MORIA, MACEDO Y LA MISIÓN DE PROTEGERNOS EVITANDO LA CENSURA

Las redes sociales nos cambiaron la vida, sin ningún lugar a dudas. Facebook nos hizo reencontrar con los amigos de la infancia, los compañeros de colegio y los familiares que se fueron a vivir al exterior y Twitter nos informa segundo a segundo. Instagram nos muestra lugares paradisíacos, vidas hermosas y una felicidad que casi no existe en abundancia en el mundo real.

Por Ariel Wolman* 

   Con LinkedIn podemos encontrar trabajo, mientras que Tik Tok nos divierte un ratito, un rato largo o varias horas, porque es difícil saber cuándo cortar. Sin embargo, como sucede con los medios tradicionales, uno sabe en quién confiar y en quién no.

   Además de esto, las redes sociales también nos dieron opinión, la posibilidad de influenciar en otros sin ser famosos y hasta escribirle mensajes a gente que antes era inaccesible, aunque “todo poder conlleva una responsabilidad”.

   Desconozco si la frase es de Sócrates, Maquiavelo o Winston Churchill, yo la escuché en el la película “Spiderman”. Pero es real o debería serlo. Tener esas herramientas que mencioné debería venir con un manual de usos y costumbres.

   La semana pasada, dos noticias acapararon gran parte de la atención nacional: la bikini de Moria Casán en Mar del Plata y el cuerpo de la beba de Isabel Macedo. Si leíste bien: el cuerpo de una beba.

   ¿Qué fue lo qué pasó? En el caso de la capocómica y conductora de televisión -siempre transgresora- se le ocurrió ir a la playa con un traje de baño diminuto. Eso generó que mucha gente sintiera que no le gustaba lo que estaba viendo, como si todos tuviéramos la obligación de agradar a los demás con nuestros cuerpos y decidieron salir a opinar.

   Algunos la trataron de ridícula, otros le pidieron que se tapara o que tuviera noción de su edad, cómo si ella no la supiera…

   En el segundo caso tenemos una foto de Isabel Macedo con su beba Julia, de apenas 7 meses, en la playa.

   ¿Habrá algo más tierno que eso? Hubo gente que dijo que la hija de la actriz  tenía “rollitos” y “obesidad”.

   Sí, gente que quizás aprendió medicina en la universidad de la calle y hace diagnósticos por Instagram. Como si Macedo y su marido, que fue gobernador de Salta, no tuvieran acceso a un especialista que, en caso de tener algún padecimiento, se los contara.

   Si la beba es sana, los comentarios son crueles y dolorosos.
  Pero si la nena realmente sufriera algo, los comentarios serían mucho más crueles y dolorosos. .

   Aquí cabe las siguientes preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Quién te dio el permiso para ofender al otro? .

   Moria es “la One”, y si bien no se merece que la ataquen, sabe y supo cómo responder. Macedo decidió dar un mensaje de amor que busco más concientizar, que aumentar aún más el odio. Hay cientos, miles, cientos de miles o millones de personas que día a día reciben mensajes ofensivos o dolorosos en las redes sociales de personas que ni conocen.

   No solo me refiero a los famosos, sino gente común que postea una foto, opinión o comentario y, de pronto debe soportar porque sí agresiones o burlas por su cuerpo, su forma de pensar, religión, sexualidad…Por lo que fuera.

   Pareciera que todo le despierta una molestia al otro y, como la red social lo permite, lo descarga cuándo y cómo quiere.

   ¿Qué hacemos entonces? ¿Censuramos? No, la censura nunca es buena. La libertad de expresión es una batalla que nunca debemos perder. Cada uno debería tener la posibilidad de expresar lo que quiera y que eso salga publicado. ¿Entonces? ¿Dejamos todo así? Tampoco creo que sea lo más sensato.

   Con lo cual estamos ante un gran problema que de alguna manera se deberá resolver.

   Está claro que uno siempre como usuario tiene la posibilidad de bloquear al agresor, pero cuando se está ante muchos a la vez, esto no es tan sencillo.

   La respuesta ante esto estará seguramente en algún momento en las legislaciones de todo el mundo, con debates que determinen finalmente cuáles son las mejores soluciones.

   Pero como en la gran mayoría de los casos, el comienzo es en nuestras propias casas. De la misma manera que el bullying en la escuela o la convivencia en la sociedad.

   Seguramente el archivo nos aniquile a todos porque en algún momento hemos hecho comentarios fuera de lugar o los hemos padecido.

   Siempre es buen momento para cambiar, para mejorar. La próxima vez que veas un cuerpo que no te gusta, por ejemplo, en lugar de hacérselo saber a la otra persona, fíjate qué otra cosa podés hacer en ese momento para entretenerte.

   Quizá no consigas estar mejor, pero al menos tendrás la certeza que no lastimaste a alguien que no te pidió tu opinión.

   (*) – Periodista de espectáculos, columnista en Radio Rivadavia.