LOS EMPLEADOS DE SEGURIDAD DEL BOLICHE COMPLICARON A LOS RUGBIERS

Los ocho rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa quedaron más complicados, luego del testimonio que brindaron este miércoles los empleados de seguridad del local bailable, donde comenzaron los incidentes que luego derivaron en la muerte del joven.

   Christian Gómez, quien se desempeñaba en Le Brique como guardia de seguridad, señaló que “Nunca ví nada igual, era saña”, en referencia a la agresión que sufrió Báez Sosa en enero de 2020 en ese local Le Brique de Villa Gesell.

   “(Maximilano) Thomsen estaba totalmente sacado”, subrayó Gómez al recordar el hecho, con algunos incidentes que ya se habían producido dentro del boliche.

   También señaló a Matías Benicelli, otro de los acusados, quien “le pegaba a todo aquel que no era de su grupo”, por lo que procedió a sacarlo del lugar, a pesar de la advertencia de Thomsen para que no se lo llevara.

   En el mismo sentido se expresó su Fabián Avila, otro de los hombres de seguridad que estaba en Le Brique aquella noche fatídica.

   En tanto, también testificó el policía Maximiliano Rosso Suárez, quien le había realizado las primeras maniobras de reanimación a Báez Sosa cuando llegó al lugar.

   Rosso Suárez, quien en ese momento se desempeñaba en la Infantería de la Policía Bonaerense, indicó que “ví a un chico en el piso, rodeado por gente y otros que gritaban. Pregunté qué había pasado y me dijeron que hubo una pelea”, y añadió que al acercarse al cuerpo de Fernando “ví que no se movía, no tenía pulso”.

   Otro de los testigos, el custodio Fabián Ávila, relató que en el origen de la pelea, en el interior de la disco, Fernando Báez Sosa y Thomsen pelearon, y que el primero llegó a pegarle una trompada en el abdomen el rugbier.

   “Paso en medio de la gente y lo veo a Fernando y a uno de los chicos que se estaban peleando. Agarro a uno de los rugbiers de pantalón corto, y Fernando le pega una piña en el estómago”.

   El custodio aseguro que intentó separar a los dos jóvenes, se cayó al piso con Thomsen y luego se encargó de sacar a Fernando del boliche, mientras sus compañeros hicieron lo propio con el rugbier.

   Por su parte, Fernando Burlando -abogado de la familia Báez Sosa-, protagonizó uno de las situaciones más tensas de la jornada, al notar algunos gestos de los acusados: “¿De qué se ríen hijos de puta?”, expresó, sin ocultar su indignación.

   “No sé si reían por algo del juicio, en esto que es un templo (la sala de audiencias), y donde están los padres de Fernando, no se pueden reír de nada. Son unos reverendos hijos de puta”, remarcó el abogado, tras la finalización de una nueva jornada del juicio, que se lleva a cabo en el Tribunal Oral Criminal Númer 1 de la ciudad de Dolores.

   También testificó el remero Pablo Ventura, quien había sido incriminado falsamente por los rugbiers: “Se peleaban en grupo y siempre eran mayoría”, afirmó, al referirse a la actitud de los imputados.

   “No me sorprendió nada lo que hicieron porque ya tuvieron peleas en Zárate”, señaló Ventura, oriundo de esa ciudad bonaerense y agregó que conocía “de vista” a los rugbiers. “Es una ciudad chica Zárate, hay un solo boliche y nos cruzábamos ahí”, recordó el joven.