“CFK 2023”: UNA PUESTA EN ESCENA PARA BAJAR A ALBERTO Y QUE CRISTINA ELIJA AL CANDIDATO DEL FRENTE DE TODOS

El próximo sábado la sede de la UTN de Avellaneda recibirá un plenario abierto de la militancia peronista-kirchnerista con la consigna de “romper la proscripción” y persuadir a Cristina Kirchner para que deponga su decisión de “no ser candidata a nada” en las elecciones de este año.

   En 2019, cuando se corrió de la boleta para poner al frente a Alberto Fernández en una jugada que en aquel momento se tildó de “maestra”, tomó una decisión que no tuvo nada de antojadiza o espontánea, sino que fue amasada durante meses en su consciencia.

   Por eso no hay demasiados elementos a los cuales aferrarse para sostener que hizo lo contrario cuando el 6 de diciembre pasado, cuando se conoció la condena en su contra a seis años de prisión e inhabilitación perpetua a ejercer cargos públicos, anunció que no ocupará ninguna candidatura este año.

   Si desde La Cámpora o la agrupación La Patria es el Otro, es decir, los que la conocen al dedillo a Cristina Kirchner y su costumbre de mantenerse firme en sus decisiones, insisten con agitar la idea-fuerza “CFK 2023”, entonces cuáles son las motivaciones ocultas de ese operativo clamor?.

   Para responder esta pregunta, empecemos desgranando el significado de la palabra “proscripción” que es la frase que acuñó la propia vicepresidenta para caracterizar su situación a partir de la persecución judicial de la que a su entender es víctima.

   Este concepto tiene una densidad simbólica y concita una sensibilidad extrema en la historia del movimiento peronista, al punto que convierte cualquier comparación histórica en sospechosa.

   En efecto, técnicamente Cristina Kirchner puede ir a la Justicia electoral e inscribirse como candidata. Sin embargo, no es menos cierto es que si ella lanzara su candidatura presidencial el sistema judicial podría abreviar dramáticamente los tiempos para dejar en firme la condena en su contra, lo que le daría algo más de justicia a la caracterización de “proscripción”.

   Aún si ella se presentara y ganara la elección, una condena firme en medio de su gestión introduciría una crisis de gobernabilidad de inconmensurables consecuencias. .

   Con todo, el relato de la lucha contra la prescripción tiene más de voluntarismo y de epicidad que de posibilidad concreta de influir en los tiempos de la Justicia, pero colabora al menos un objetivo: poner la centralidad en Cristina Kirchner, manteniendo viva la falsa expectativa de una candidatura que retrase al máximo el sprint de la Justicia en contra de ella, y al mismo tipo ponga contra las cuerdas a Alberto Fernández para que se baje del ring, dejando el espacio libre para que sea “La jefa” quien decida a dedo el candidato único del Frente de Todos.

   Hasta el momento, el presidente viene resistiendo las presiones constantes del kirchnerismo porque está convencido de que Cristina Kirchner no será candidata y si él también bajara sus aspiraciones estaría dejando al Frente de Todos en una situación de orfandad, sin una candidatura presidencial de peso. .

   Por eso, lejos de proponer una candidatura única como quieren la vicepresidenta y La Cámpora, concibe una interna en las PASO entre dos postulantes: uno puesto y apoyado por Cristina Kirchner y otro del espacio que encabeza y que sería él mismo.

   Si en la interna ganara el candidato de Cristina Kirchner, ese candidato pasaría automáticamente a ser el candidato de todo el espacio y por ende sería competitivo.

   Pero si la interna la ganara él, o en su defecto un plan B como Daniel Scioli (si su nombre no terminara de despegar en las encuestas), el albertismo quedaría también fortalecido de cara a la sociedad por haber sido el que terminó con 20 años de hegemonía kirchnerista en el peronismo.

   Esos son los cálculos optimistas que sobrevuelan los pensamientos de Alberto Fernández.

   La posibilidad de que Sergio Massa sea el candidato de unidad de todo el espacio, como en algún momento imaginó Cristina Kirchner cuando los índices de inflación comenzaron a recortarse durante unos pocos meses consecutivos, se aleja día a día.

   Era la solución perfecta, con aval tanto de Alberto Fernández como de la vice. Hoy es más utopía que realidad.

   El otro nombre fuerte es el de Axel Kicillof, pero el gobernador tiene el foco puesto en reelegir en la provincia, donde no hay segunda vuelta y por lo tanto tiene grandes chances de tener éxito.

   Las encuestas le sonríen y no hay dudas de que es el dirigente del peronismo que mejor conserva (e iguala) la base de sustentación y representación del voto de Cristina Kirchner en el distrito más grande del país.

   Igualmente es consciente que para ganar tiene que tener un buen candidato a presidente en la boleta nacional porque el corte de boleta tiene un límite.

   Si el panorama en los próximos meses se complicara, podría considerar aceptar la candidatura presidencial, porque para perder es mejor hacerlo en la nacional.